miércoles, noviembre 01, 2006

Después del debut

El resto de ese día permanecí a la expectativa esperando su reacción. Porque los hombres son muy raros. Cuando tienen un orgasmo y se les baja el deseo, entonces ya se acuerdan de todo y piensan en lo demás.

A mí me preocupaba que se acordara de su novia, y esa tarde se hubiera convertido en debut y despedida. Bueno... pues me llamó casi al anochecer para dos cosas: preguntarme si "me cuidaba", pues no habíamos usado condón, y para... decirme que estaba yo ¡ri-quí-si-ma!. ¡Vaya!, me encantó eso, pues con ello comprendí que su novia no iba a ser obstáculo, por lo menos no pronto. Respecto a lo otro, lo tranquilicé explicándole cómo me cuido.

Al día siguiente lo vi taaaaan contento, que no pude evitar considerar un éxito mi erótico plan. Yo tampoco conseguí disimular mi alegría. Mi rostro brillaba, mi mirada era otra. Las perceptivas compañeras no dejaron de darse cuenta de que "tenía cara de haber cogido toda la noche". Y así fue, mínimo cada semana. No importaba la hora. Fuera mañana, tarde o noche, cada fin de semana lo tenía dentro de mí, penetrándome hasta pedir "ya no más".

¡Aaaaay mi hombre! Me escribía cartas hermosas, me llamaba todos los días, y diario también me daba mis dosis eróticas de besos y manoseos. Todos los días, absolutamente todos los días, llegaba a casa con mi vagina empapada, los pezones erectos y mil fantasías sexuales en mi cabeza.

Después comencé a llevármelo a los sitios de mi gusto. Cafeterías, bares,cantinas, restaurantes. Estaba viviendo una deliciosa adolescencia tardía, pero sin duda mejor porque ¡ahora sí podía hacer lo que quisiera! Me gustaba tocarlo y que me tocara, en lugares públicos; que todo mundo se muriera de antojo por semejantes besos y manoseos en las nalgas y el sexo. Era excitante excitarme frente a la excitación de los demás.

También me dio por vestirme como nunca: cada vez con menos ropa interior, escotes y pantalones super "embarrados". No usar sostén y que los pezones erectos se notaran en las blusas me encantó. O vestir los jeans o faldas sin pantaletas, ni medias, ni fondo, nada. Y me excitaba andar así. Puedo decir que vivía eternamente excitada y mojada.

No exagero. Así fue. Por meses. Y en ese tiempo también otros hombres me persiguieron, me cazaron, me acosaron. Compitieron entre ellos. Fui el sueño erótico de todos ellos, mientras el más joven de ellos era el que me cogía. Me mamaba muy rico. Me ponía a galopar sobre su miembro, esa verga increíblemente siempre dura, grande y caliente. Las ventajas de la juventud... (Continuará)

domingo, agosto 20, 2006

El momento crucial

Una mañana fuimos a una mesa redonda sobre realidad y mito. Ahí empezó la seducción. No podía evitar acercarme a él y besarlo cuantas veces se me antojara. Acariciar su cuerpo joven, duro, torneado y saborear su lengua, cuello y pecho. ¡Qué manera de encenderme con solo tocarme! ¡Qué manera de reaccionar mi piel junto a la suya!

Al terminar el evento salimos al estacionamiento de la escuela. Lo acerqué a mí cuando cruzábamos un área muy solitaria. Mis manos bajaron de su espalda a sus nalgas, firmes y grandes. Sus manos subieron de mi cintura hacia mis senos, mientras nuestros sexos se frotaban, una y otra vez, cada vez más fuerte.

Mi vagina se humedeció. Mis pezones quedaron erectos y mi corazón palpitaba a mil por hora. Hasta que dije: "Vámonos a otro lado". No pudimos. Era tanta nuestra excitación que en lugar de irnos, buscamos ahí mismo un rincón oscuro y menos visible. Lo hallamos.

Me levantó la falda y tocó mi sexo, húmedo a mares para entonces. Metió y sacó de mi vagina uno de sus dedos, una y otra vez mientras yo gemía de ese placer no imaginado. Desabotonó mi blusa y lamió mis senos, mordisqueando los pezones. Nada importaba ya a mi alrededor. Pasara gente o no, nos vieran o no. Me hinqué frente a él para chupar su pene. Mi primer encuentro con su miembro. Enorme, sabroso, caliente.

Entonces me incorporó y me volteó dándole la espalda. Me inclinó hacia adelante y me penetró. Cuantas veces quiso, yo quise. Cada vez más fuerte, cada vez más rápido. Hasta que "se vino", dentro de mí. Después ahora él se agachó frente a mí y me estimuló el clítoris con su lengua, con movimientos cortos y muy rápidos. Endurecí las piernas y las nalgas y no tardé en llegar al orgasmo, ya casi gritando.

Cuando terminé, comenzamos a vestirnos entre risas, y quizá hasta nerviosos, pero todavía besándonos y con esa mirada brillante y pícara que sólo te da una buena cogida.

jueves, julio 27, 2006

Esa vez, aquella vez, el primer beso

Coincidimos él y yo en un curso de sociología. La primera clase, la primera vez que lo vi. Su físico me encantó. Era del tipo que siempre me ha atraído (sin embargo nunca había andado con alguien con ese tipo). Por supuesto, pensé: "¡Ah! ¡si tuviera 10 o 15 años menos!".

Después, al escucharlo hablar, discutir y argumentar, me ganó ya no sólo la hormona, sino también el cerebro. "¡Vaya! ¡qué chico tan brillante!", pensé. Comenzamos a conversar gracias a las magníficas dinámicas de grupo (equipos, parejas, etc.) y a las "dificilísimas" tareas que dejaban, pues "tuve" (qué sacrificio!) que pedirle ayuda, asesoría, guía...

De pronto mi sexto sentido me dijo que no le era indiferente. Y digo que mi sexto sentido porque él nunca de los nuncas coqueteó ni nada por el estilo... de hecho hablaba mucho de... su novia.

Pero cuando mi sexto sentido me dijo "le gustas", comenzaron mis noches de insomnio, de fantasías sexuales, de sueños eróticos y sábanas humedecidas. Me encantaba pensar en él a todas horas, e imaginar miles de encuentros sexuales, lugares, formas, posiciones.

Nuestro acercamiento cada día fue mayor. Ibamos juntos a la biblioteca, al café, a conferencias y demás actividades que nos dejaban de tarea. Y empecé a conocerlo ya no sólo física e intelectualemnte, sino ahora también desde dentro, del alma y del corazón. Y me ganó. Me encantó. Me enloqueció. Y una tarde, de buenas a primeras, mientras me hablaba de Weber y Foucault, lo besé. Y me correspondió, ¡y de qué manera! Sentí fuego en los labios e inmediatamente mi vagina se humedeció. Sentí electricidad en el cuerpo y mariposas en el estómago.

Después, clásico, como de telenovela, nos separamos y me disculpé: "Perdón, yo... no... es que me encantas". Él, nervioso también, sólo se agachó, sonrió tímidamente (me encantó), y me dijo: "Pero... mi novia..." A lo cual le contesté, como toda una mujer madura: "¿Qué tiene? No soy celosa... si te animas a andar conmigo, jamás seré un problema para ti. Sólo vamos a disfrutarlo..."

Su respuesta: el primer beso más cachondo, más largo, más caliente y excitante que me habían dado jamás en la vida. [CONTINUARÁ]

sábado, julio 22, 2006

Mi despertar...

Hola...

Estás leyendo el inicio de mi blog, el cual he creado para contarte, seas hombre o mujer, cómo una dama de treinta y tantos años ha despertado apenas a su sexualidad...

Fue hace poco, que me involucré con un joven 10 años menor que yo... ¡Wow! ¡Qué experiencia! ¡Qué delicia! Entonces me di cuenta que nada de lo que había vivido podía comparársele. Que todo lo hecho quedaba minimizado. Tanto placer nunca pensé que sería posible. Entonces me descubrí. Descubrí a esa otra Sandra llena y vibrante de pasión, capaz de excitarse hasta lo infinito, capaz de hacer el amor todo el día, y tener orgasmo tras orgasmo.

Descubrí a esa otra Sandra, la sexual, la sensual, la hedonista, la voyeurista, la exhibicionista... En ese momento despertó Sandra, Sandra Love.