Una tarde se conectó al chat más temprano de lo acostumbrado, cuando precisamente estaba considerablemente baja la carga de trabajo.
Comenzó a decirme que tenía ganas de estar conmigo, de tenerme desnuda sobre él. Me emocioné y lo animé a decirme más.
Dijo que su miembro se estaba parando ya, nada más de imaginarse que podría estarme besando la concha. Empecé a humedecerme y mi mano traviesa bajó a jugar con mi panochita. Metí un dedo a mi vagina y sentí lo caliente y húmedo que estaba dentro. Le comenté lo que estaba haciendo y ahora él me animó a seguirle contando lo que hacía.
¡Ahhh! ¡Qué ganas de tener su verga dentro de mí! Mi dedo subió a mi clítoris y empecé a vibra mi dedo sobre él. Qué rico.
Cuando estoy excitada me siento la puta más rica del mundo. Y cierro los ojos y fantaseo con que varios hombres me cogen, ahí, uno por uno, con sus diferentes vergas. Grandes, pequeñas, blancas, morenas... todas calientes y duras, esperando meterse en mi panocha, una y otra vez.
Pero en ese momento no fantaseaba con otros hombres. Fantaseaba con él. Sentí cómo la sangre subía a mi cara, al tiempo que mi clítoris se endurecía. Escuchaba mi corazón desbocado y cuando prácticamente me era ya imposible teclear, un orgasmo riquísimo recorrió mi columna vertebral. Me vine de la manera más clandestina que recuerdo desde que me masturbaba en la oscuridad de mi habitación.
Después... una gran sonrisa me acompañó en el resto de mi trabajo. (CONTINUARÁ)
domingo, enero 13, 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)