Se acabaron mis encuentros con el joven galán. Aún recuerdo su lengua sobre mi cuerpo y su mirada lasciva. Pero ya no hay más. Lloré. Lloré a mares por su alejamiento, por nuestra ruptura.
Era demasiado bueno (rico) para que durara. Ni hablar. Mejor haberlo tenido un rato, que nunca haberlo conocido y disfrutado.
Borrón y cuenta nueva.
Ni una lágrima más.
¿Qué sigue entonces?
Ya no puedo detenerme. Con él conocí mi potencial sexual, y ahora ya no puedo callarlo.
¿Quién sigue?
Ya les contaré mis nuevas experiencias sexuales.
domingo, abril 27, 2008
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