jueves, enero 31, 2008

Manías masculinas...

Le encanta que otros hombres me vean.
Cuando vamos juntos por la calle, le gusta ir detrás de mí, sólo para ver cómo otros hombres -que ignoran que va conmigo- me voltean a mirar, me comen con la mirada o me dicen piropos que luego rayan en ricas y sucias obscenidades.

Después de un rato de ir detrás de mi, se empareja y excitado me dice que estoy bien buena. Que tengo unas nalgas riquísimas.
Más tarde terminamos en nuestro hotel favorito, más calientes que nunca. (CONTINUARÁ...)

domingo, enero 13, 2008

Sexo por chat

Una tarde se conectó al chat más temprano de lo acostumbrado, cuando precisamente estaba considerablemente baja la carga de trabajo.
Comenzó a decirme que tenía ganas de estar conmigo, de tenerme desnuda sobre él. Me emocioné y lo animé a decirme más.
Dijo que su miembro se estaba parando ya, nada más de imaginarse que podría estarme besando la concha. Empecé a humedecerme y mi mano traviesa bajó a jugar con mi panochita. Metí un dedo a mi vagina y sentí lo caliente y húmedo que estaba dentro. Le comenté lo que estaba haciendo y ahora él me animó a seguirle contando lo que hacía.
¡Ahhh! ¡Qué ganas de tener su verga dentro de mí! Mi dedo subió a mi clítoris y empecé a vibra mi dedo sobre él. Qué rico.
Cuando estoy excitada me siento la puta más rica del mundo. Y cierro los ojos y fantaseo con que varios hombres me cogen, ahí, uno por uno, con sus diferentes vergas. Grandes, pequeñas, blancas, morenas... todas calientes y duras, esperando meterse en mi panocha, una y otra vez.
Pero en ese momento no fantaseaba con otros hombres. Fantaseaba con él. Sentí cómo la sangre subía a mi cara, al tiempo que mi clítoris se endurecía. Escuchaba mi corazón desbocado y cuando prácticamente me era ya imposible teclear, un orgasmo riquísimo recorrió mi columna vertebral. Me vine de la manera más clandestina que recuerdo desde que me masturbaba en la oscuridad de mi habitación.
Después... una gran sonrisa me acompañó en el resto de mi trabajo. (CONTINUARÁ)

lunes, enero 07, 2008

Mi amante perfecto

Todo había vuelto a la normalidad. Nuestras pláticas por teléfono comenzaron a ser más largas y no había día que no se conectara en el messenger ya sea para decirme cuánto le gustaba o para escribirme poemas de amor.
Yo cada vez reía más. Mi rostro irradiaba luz y felicidad a mil klómetros de distancia, y no podía ocultarlo: estaba bien paseada, alimentada y cogida.
¿Qué más podía pedir, dama de cortas experiencias sexuales?
¿Qué más podía pedir yo, mujer madura de deseos ocultos inimaginables?
Mi amante perfecto.
Quien me hace el amor todo el día.
Quien me habla de amor.
Quien me busca a todas horas.
Quien me enloquece totalmente.
Soy suya.
De los pies a la cabeza.
(CONTINUARÁ...)