Después de algunos meses de luna de miel, la novia comenzó a aparecer. Que se había dado cuenta que olía a otro perfume de mujer; que lo esperaba a la salida del curso; que tenía que pasar por ella...
Un día la conocí. Yo lo esperaba enamorada y ansiosa afuera del aula, en las bancas del jardín, como siempre. De pronto vi a una joven acercarse rápida y decididamente al edificio. Se me aceleró el corazón. Tuve el mal presentimiento de que era ella.
Pude verla a mis anchas, porque ella no me conocía tampoco. Chiquita, muy morena, cabellos largos, oscuros y lacios. No, bonita no era. Pero se veía bien. Su porte, su caminar. Todavía dudé: ¿sería ella? ¿sería ella la rival, la que últimamente aparece en las pláticas de él todo el tiempo? Seguramente sí. Pero tenía otra cualidad: era joven. De la edad de él, 10 años menos que yo.
Pues entró al edificio, y a través de los ventanales pude ver cómo se apostaba fuera del aula donde él estaba. Cinco, diez minutos... él salió. Y le sonrió, y la abrazó y la besó.
Me quedé muda, sintiéndome estúpida, ofendida, enojada conmigo misma. ¿Quién me mandaba a estar ahí? Sentí celos, y dolor, o quizá sólo herido el orgullo. Pero me alejé llorando de rabia, sin que él se enterara que yo estuve ahí.
Era el momento de decidir si seguía con él o no. Pero, ¿qué? ¿acaso no le había yo dicho que no era celosa? ¿que nunca tendría problemas con su novia por mi culpa? O tal vez era momento de ajustar estrategias... [CONTINUARÁ)
lunes, enero 01, 2007
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4 comentarios:
ujules, se esta poniendo dificil el asunto, me quede intrigado :P
Saludos, que pases excelente 2007!!
ea buena historia, este post me recordó a mi última novia tambien, yo era asi >_<
mmmm carambas... si que se esta poniendo interesante...
¡Y lo que falta!...
Besos
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