domingo, abril 27, 2008

¿Quién sigue?

Se acabaron mis encuentros con el joven galán. Aún recuerdo su lengua sobre mi cuerpo y su mirada lasciva. Pero ya no hay más. Lloré. Lloré a mares por su alejamiento, por nuestra ruptura.
Era demasiado bueno (rico) para que durara. Ni hablar. Mejor haberlo tenido un rato, que nunca haberlo conocido y disfrutado.
Borrón y cuenta nueva.
Ni una lágrima más.
¿Qué sigue entonces?
Ya no puedo detenerme. Con él conocí mi potencial sexual, y ahora ya no puedo callarlo.
¿Quién sigue?
Ya les contaré mis nuevas experiencias sexuales.

jueves, marzo 20, 2008

Enamorarse, el error

Dijo que ya no quería seguir. Que se sentía muy mal haciéndole esto a su adorada novia... "Pues cómo has sufrido", pensé para mí. Sí, cómo ha sufrido cogiéndome cada tercer día, cómo ha sufrido con su pene en mi boca, con su pene en mi vagina y su lengua en mi clítoris.
Pobre, cuánto sufrimiento.
Justo ahora que me he enamorado. Que el deseo se ha vuelto irrefrenable, que mi fiebre se ha tornado incontrolable. Justo ahora que pensaba que la diferencia de edad en verdad no importaba.
Ha sido el año más vibrante de mi vida en todos los aspectos. Quiero estar con él ahora más que nunca, y es cuando me sale con que ya no.
Seguramente le ha dado miedo tanta pasión.
Mientras sólo fue sexo y diversión sin compromiso le gustó.
Pero ahora, ahora que le he dicho que lo amo, que ya no puedo estar sin él, que le llamo y lo busco, ahora es cuando ya no quiere seguir.
Sí, lo sé. Yo misma le ofrecí sólo sexo y diversión sin compromiso. Pero me enamoré. Lo eché a perder.

domingo, marzo 09, 2008

Otra vez la novia

Sí, otra vez la novia. Se ha vuelto un fantasma que viene a arrebatármelo. Me asusta la intensidad con la que lo deseo. No es normal en mí. Es una pasión desenfrenada que me arrebata y me hace olvidarme hasta de quien soy.
Cuando estoy con él sólo puedo ser una: la amante perfecta. La que goza con cada beso, cada caricia, incluso cada mirada. Sólo esa soy. Dejo de ser la señora de la casa, la dama ecuánime, para ser sólo pasión y sexo.
Me asusta tanta pasión, tanta fiebre.
Nunca había sentido esto. Que tan sólo con mirarlo me estremeciera, y me humedeciera. Es como si nuestros cuerpos estuvieran hechos el uno para el otro.
Ahora creo en eso que llaman "química". Mi joven y bien dotado amante, que con "su párvula boca, que siendo tan niña, me enseñó a pecar".
Lástima. La novia está reclamando lo suyo, y yo no sé qué hacer.

jueves, enero 31, 2008

Manías masculinas...

Le encanta que otros hombres me vean.
Cuando vamos juntos por la calle, le gusta ir detrás de mí, sólo para ver cómo otros hombres -que ignoran que va conmigo- me voltean a mirar, me comen con la mirada o me dicen piropos que luego rayan en ricas y sucias obscenidades.

Después de un rato de ir detrás de mi, se empareja y excitado me dice que estoy bien buena. Que tengo unas nalgas riquísimas.
Más tarde terminamos en nuestro hotel favorito, más calientes que nunca. (CONTINUARÁ...)

domingo, enero 13, 2008

Sexo por chat

Una tarde se conectó al chat más temprano de lo acostumbrado, cuando precisamente estaba considerablemente baja la carga de trabajo.
Comenzó a decirme que tenía ganas de estar conmigo, de tenerme desnuda sobre él. Me emocioné y lo animé a decirme más.
Dijo que su miembro se estaba parando ya, nada más de imaginarse que podría estarme besando la concha. Empecé a humedecerme y mi mano traviesa bajó a jugar con mi panochita. Metí un dedo a mi vagina y sentí lo caliente y húmedo que estaba dentro. Le comenté lo que estaba haciendo y ahora él me animó a seguirle contando lo que hacía.
¡Ahhh! ¡Qué ganas de tener su verga dentro de mí! Mi dedo subió a mi clítoris y empecé a vibra mi dedo sobre él. Qué rico.
Cuando estoy excitada me siento la puta más rica del mundo. Y cierro los ojos y fantaseo con que varios hombres me cogen, ahí, uno por uno, con sus diferentes vergas. Grandes, pequeñas, blancas, morenas... todas calientes y duras, esperando meterse en mi panocha, una y otra vez.
Pero en ese momento no fantaseaba con otros hombres. Fantaseaba con él. Sentí cómo la sangre subía a mi cara, al tiempo que mi clítoris se endurecía. Escuchaba mi corazón desbocado y cuando prácticamente me era ya imposible teclear, un orgasmo riquísimo recorrió mi columna vertebral. Me vine de la manera más clandestina que recuerdo desde que me masturbaba en la oscuridad de mi habitación.
Después... una gran sonrisa me acompañó en el resto de mi trabajo. (CONTINUARÁ)

lunes, enero 07, 2008

Mi amante perfecto

Todo había vuelto a la normalidad. Nuestras pláticas por teléfono comenzaron a ser más largas y no había día que no se conectara en el messenger ya sea para decirme cuánto le gustaba o para escribirme poemas de amor.
Yo cada vez reía más. Mi rostro irradiaba luz y felicidad a mil klómetros de distancia, y no podía ocultarlo: estaba bien paseada, alimentada y cogida.
¿Qué más podía pedir, dama de cortas experiencias sexuales?
¿Qué más podía pedir yo, mujer madura de deseos ocultos inimaginables?
Mi amante perfecto.
Quien me hace el amor todo el día.
Quien me habla de amor.
Quien me busca a todas horas.
Quien me enloquece totalmente.
Soy suya.
De los pies a la cabeza.
(CONTINUARÁ...)

martes, enero 16, 2007

Guardia redoblada

Lo consulté con la almohada. No era posible que esa situación en mi relación me afectara así. Yo sabía que tenía novia... yo sabía que él la quería (porque una cosa, sin duda, es querer, y la otra estar inmerso en una super relación sexual), pero también sabía que yo tenía lo mío y que él la había estado pasando súper conmigo.
Así que al día siguiente me esmeré mucho más en mi arreglo personal, me puse más sensual, y redoblé la guardia: volví a "necesitarlo" para hacer el trabajo final del curso.
Nunca le dije que yo había estado ahí, ni mucho menos lo mal que me había sentido. Así que me lo llevé a una cafetería muy solitaria, sacamos nuestros cuadernos y libros, pedimos nuestros cafés y empezamos a hablar sobre nuestros respectivos temas para el trabajo escrito final.
Era una cafetería al aire libre, y la mañana estaba fantástica. Comencé a besarle el cuello y la nuca, mientras mis manos le acariciaban el pecho... El cerró lo ojos y se dejó querer.
Después mis manos bajaron hasta su cintura y desde ahí metí una de mis manos a su pantalón. Sentí su miembro, ya para entonces durísimo y húmedo. Lo tomé con mi mano, y empecé a masturbarlo: arriba y abajo, lenta pero firmemente.
El me sentó nuevamente porque la mesera se acercaba. Pero una vez que se fue, ahora él fue quien se abalanzó sobre mí a besarme con esa pasión que ya se me estaba volviendo adicción. Ahora también él metió su mano a través de mis pants, y fue a dar justo ahí, donde dos de sus dedos me penetraron una y otra vez. No dudarán si les digo que fue riquísimo, venirme así, con sus dedos dentro, en una silla de una cafetería al aire libre...
En realidad no sé si él se olvidó de la novia, pero ¡yo sí! El trabajo escrito tuve que ponérmelo a hacer hasta en la noche, pues en realidad ya no hicimos nada de eso. Después de ahí, nos fuimos a nuestro hotel favorito, para que él satisficiera sus ricos y excitantes instintos.
No hubo novia en todo ese día. Sólo él y yo, solos, otra vez... ¡Yes! (CONTINUARÁ)

lunes, enero 01, 2007

La Novia

Después de algunos meses de luna de miel, la novia comenzó a aparecer. Que se había dado cuenta que olía a otro perfume de mujer; que lo esperaba a la salida del curso; que tenía que pasar por ella...

Un día la conocí. Yo lo esperaba enamorada y ansiosa afuera del aula, en las bancas del jardín, como siempre. De pronto vi a una joven acercarse rápida y decididamente al edificio. Se me aceleró el corazón. Tuve el mal presentimiento de que era ella.

Pude verla a mis anchas, porque ella no me conocía tampoco. Chiquita, muy morena, cabellos largos, oscuros y lacios. No, bonita no era. Pero se veía bien. Su porte, su caminar. Todavía dudé: ¿sería ella? ¿sería ella la rival, la que últimamente aparece en las pláticas de él todo el tiempo? Seguramente sí. Pero tenía otra cualidad: era joven. De la edad de él, 10 años menos que yo.

Pues entró al edificio, y a través de los ventanales pude ver cómo se apostaba fuera del aula donde él estaba. Cinco, diez minutos... él salió. Y le sonrió, y la abrazó y la besó.

Me quedé muda, sintiéndome estúpida, ofendida, enojada conmigo misma. ¿Quién me mandaba a estar ahí? Sentí celos, y dolor, o quizá sólo herido el orgullo. Pero me alejé llorando de rabia, sin que él se enterara que yo estuve ahí.

Era el momento de decidir si seguía con él o no. Pero, ¿qué? ¿acaso no le había yo dicho que no era celosa? ¿que nunca tendría problemas con su novia por mi culpa? O tal vez era momento de ajustar estrategias... [CONTINUARÁ)

miércoles, noviembre 01, 2006

Después del debut

El resto de ese día permanecí a la expectativa esperando su reacción. Porque los hombres son muy raros. Cuando tienen un orgasmo y se les baja el deseo, entonces ya se acuerdan de todo y piensan en lo demás.

A mí me preocupaba que se acordara de su novia, y esa tarde se hubiera convertido en debut y despedida. Bueno... pues me llamó casi al anochecer para dos cosas: preguntarme si "me cuidaba", pues no habíamos usado condón, y para... decirme que estaba yo ¡ri-quí-si-ma!. ¡Vaya!, me encantó eso, pues con ello comprendí que su novia no iba a ser obstáculo, por lo menos no pronto. Respecto a lo otro, lo tranquilicé explicándole cómo me cuido.

Al día siguiente lo vi taaaaan contento, que no pude evitar considerar un éxito mi erótico plan. Yo tampoco conseguí disimular mi alegría. Mi rostro brillaba, mi mirada era otra. Las perceptivas compañeras no dejaron de darse cuenta de que "tenía cara de haber cogido toda la noche". Y así fue, mínimo cada semana. No importaba la hora. Fuera mañana, tarde o noche, cada fin de semana lo tenía dentro de mí, penetrándome hasta pedir "ya no más".

¡Aaaaay mi hombre! Me escribía cartas hermosas, me llamaba todos los días, y diario también me daba mis dosis eróticas de besos y manoseos. Todos los días, absolutamente todos los días, llegaba a casa con mi vagina empapada, los pezones erectos y mil fantasías sexuales en mi cabeza.

Después comencé a llevármelo a los sitios de mi gusto. Cafeterías, bares,cantinas, restaurantes. Estaba viviendo una deliciosa adolescencia tardía, pero sin duda mejor porque ¡ahora sí podía hacer lo que quisiera! Me gustaba tocarlo y que me tocara, en lugares públicos; que todo mundo se muriera de antojo por semejantes besos y manoseos en las nalgas y el sexo. Era excitante excitarme frente a la excitación de los demás.

También me dio por vestirme como nunca: cada vez con menos ropa interior, escotes y pantalones super "embarrados". No usar sostén y que los pezones erectos se notaran en las blusas me encantó. O vestir los jeans o faldas sin pantaletas, ni medias, ni fondo, nada. Y me excitaba andar así. Puedo decir que vivía eternamente excitada y mojada.

No exagero. Así fue. Por meses. Y en ese tiempo también otros hombres me persiguieron, me cazaron, me acosaron. Compitieron entre ellos. Fui el sueño erótico de todos ellos, mientras el más joven de ellos era el que me cogía. Me mamaba muy rico. Me ponía a galopar sobre su miembro, esa verga increíblemente siempre dura, grande y caliente. Las ventajas de la juventud... (Continuará)

domingo, agosto 20, 2006

El momento crucial

Una mañana fuimos a una mesa redonda sobre realidad y mito. Ahí empezó la seducción. No podía evitar acercarme a él y besarlo cuantas veces se me antojara. Acariciar su cuerpo joven, duro, torneado y saborear su lengua, cuello y pecho. ¡Qué manera de encenderme con solo tocarme! ¡Qué manera de reaccionar mi piel junto a la suya!

Al terminar el evento salimos al estacionamiento de la escuela. Lo acerqué a mí cuando cruzábamos un área muy solitaria. Mis manos bajaron de su espalda a sus nalgas, firmes y grandes. Sus manos subieron de mi cintura hacia mis senos, mientras nuestros sexos se frotaban, una y otra vez, cada vez más fuerte.

Mi vagina se humedeció. Mis pezones quedaron erectos y mi corazón palpitaba a mil por hora. Hasta que dije: "Vámonos a otro lado". No pudimos. Era tanta nuestra excitación que en lugar de irnos, buscamos ahí mismo un rincón oscuro y menos visible. Lo hallamos.

Me levantó la falda y tocó mi sexo, húmedo a mares para entonces. Metió y sacó de mi vagina uno de sus dedos, una y otra vez mientras yo gemía de ese placer no imaginado. Desabotonó mi blusa y lamió mis senos, mordisqueando los pezones. Nada importaba ya a mi alrededor. Pasara gente o no, nos vieran o no. Me hinqué frente a él para chupar su pene. Mi primer encuentro con su miembro. Enorme, sabroso, caliente.

Entonces me incorporó y me volteó dándole la espalda. Me inclinó hacia adelante y me penetró. Cuantas veces quiso, yo quise. Cada vez más fuerte, cada vez más rápido. Hasta que "se vino", dentro de mí. Después ahora él se agachó frente a mí y me estimuló el clítoris con su lengua, con movimientos cortos y muy rápidos. Endurecí las piernas y las nalgas y no tardé en llegar al orgasmo, ya casi gritando.

Cuando terminé, comenzamos a vestirnos entre risas, y quizá hasta nerviosos, pero todavía besándonos y con esa mirada brillante y pícara que sólo te da una buena cogida.

jueves, julio 27, 2006

Esa vez, aquella vez, el primer beso

Coincidimos él y yo en un curso de sociología. La primera clase, la primera vez que lo vi. Su físico me encantó. Era del tipo que siempre me ha atraído (sin embargo nunca había andado con alguien con ese tipo). Por supuesto, pensé: "¡Ah! ¡si tuviera 10 o 15 años menos!".

Después, al escucharlo hablar, discutir y argumentar, me ganó ya no sólo la hormona, sino también el cerebro. "¡Vaya! ¡qué chico tan brillante!", pensé. Comenzamos a conversar gracias a las magníficas dinámicas de grupo (equipos, parejas, etc.) y a las "dificilísimas" tareas que dejaban, pues "tuve" (qué sacrificio!) que pedirle ayuda, asesoría, guía...

De pronto mi sexto sentido me dijo que no le era indiferente. Y digo que mi sexto sentido porque él nunca de los nuncas coqueteó ni nada por el estilo... de hecho hablaba mucho de... su novia.

Pero cuando mi sexto sentido me dijo "le gustas", comenzaron mis noches de insomnio, de fantasías sexuales, de sueños eróticos y sábanas humedecidas. Me encantaba pensar en él a todas horas, e imaginar miles de encuentros sexuales, lugares, formas, posiciones.

Nuestro acercamiento cada día fue mayor. Ibamos juntos a la biblioteca, al café, a conferencias y demás actividades que nos dejaban de tarea. Y empecé a conocerlo ya no sólo física e intelectualemnte, sino ahora también desde dentro, del alma y del corazón. Y me ganó. Me encantó. Me enloqueció. Y una tarde, de buenas a primeras, mientras me hablaba de Weber y Foucault, lo besé. Y me correspondió, ¡y de qué manera! Sentí fuego en los labios e inmediatamente mi vagina se humedeció. Sentí electricidad en el cuerpo y mariposas en el estómago.

Después, clásico, como de telenovela, nos separamos y me disculpé: "Perdón, yo... no... es que me encantas". Él, nervioso también, sólo se agachó, sonrió tímidamente (me encantó), y me dijo: "Pero... mi novia..." A lo cual le contesté, como toda una mujer madura: "¿Qué tiene? No soy celosa... si te animas a andar conmigo, jamás seré un problema para ti. Sólo vamos a disfrutarlo..."

Su respuesta: el primer beso más cachondo, más largo, más caliente y excitante que me habían dado jamás en la vida. [CONTINUARÁ]

sábado, julio 22, 2006

Mi despertar...

Hola...

Estás leyendo el inicio de mi blog, el cual he creado para contarte, seas hombre o mujer, cómo una dama de treinta y tantos años ha despertado apenas a su sexualidad...

Fue hace poco, que me involucré con un joven 10 años menor que yo... ¡Wow! ¡Qué experiencia! ¡Qué delicia! Entonces me di cuenta que nada de lo que había vivido podía comparársele. Que todo lo hecho quedaba minimizado. Tanto placer nunca pensé que sería posible. Entonces me descubrí. Descubrí a esa otra Sandra llena y vibrante de pasión, capaz de excitarse hasta lo infinito, capaz de hacer el amor todo el día, y tener orgasmo tras orgasmo.

Descubrí a esa otra Sandra, la sexual, la sensual, la hedonista, la voyeurista, la exhibicionista... En ese momento despertó Sandra, Sandra Love.